Con
el gesto del madrugonazo habitual.
Dos
manos atentas al volante,
Una
mirada en la ubicuidad.
El
resto, anochecidos en el amanecer,
Todos,
Alegría viral en el mediodía.
Maquina
móvil con nombre de fruta tropical,
Guayabita
con ruedas y tripulantes.
El
yo había quedado atrás,
El
nosotros era nuestro fuerte enlace.
Juntos
en la carretera rusa en el capítulo del cono,
Unidos
en la felicidad viajera y enlatada.
La
risa se ahogo en un lacónico de lágrimas
Cuando
las ominosas balas casi cortan nuestros latidos.
La
vida marcada por esos estentóreos minutos,
La
piel agujerada de la joven de hipérbole verbal,
Las
manos de ángeles salvadores y libertarios
Interviniendo
en aquella casi ilusoria supervivencia.
No
era José el chofer, sino el hermano en el puesto de piloto.
No
era el resto solo compañeros de viaje,
Sino
hermanos ocupantes de los puestos vecinos.
No
fue ese otro trimestre más viajando,
Sino
los mejores meses como viajeros de ida y vuelta.
No
es esto un fragmento de nostalgia,
Sino
la apología nuestra en colectivo
Elogiando
esa época en la que paseamos juntos un determinado trayecto.
Carlos
Espitia
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