jueves, 10 de enero de 2013

Guayabita

Más de una docena de rostros
Con el gesto del madrugonazo habitual.
Dos manos atentas al volante,
Una mirada en la ubicuidad.
El resto, anochecidos en el amanecer,
Todos, Alegría viral en el mediodía.

Maquina móvil con nombre de fruta tropical,
Guayabita con ruedas y tripulantes.
El yo había quedado atrás,
El nosotros era nuestro fuerte enlace.
Juntos en la carretera rusa en el capítulo del cono,
Unidos en la felicidad viajera y enlatada.

La risa se ahogo en un lacónico de lágrimas
Cuando las ominosas balas casi cortan nuestros latidos.
La vida marcada por esos estentóreos minutos,
La piel agujerada de la joven de hipérbole verbal,
Las manos de ángeles salvadores y libertarios
Interviniendo en aquella casi ilusoria supervivencia.

No era José el chofer, sino el hermano en el puesto de piloto.
No era el resto solo compañeros de viaje,
Sino hermanos ocupantes de los puestos vecinos.
No fue ese otro trimestre más viajando,
Sino los mejores meses como viajeros de ida y vuelta.
No es esto un fragmento de nostalgia,
Sino la apología nuestra en colectivo
Elogiando esa época en la que paseamos juntos un determinado trayecto.

Carlos Espitia

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