jueves, 5 de mayo de 2011

Ermitaño

Se escondió su sombra en la capa de aire,
no consigo respuesta ni consuelo,
el arcoíris después de la tormenta no me calma,
no sonrío, ni percibo sentimiento alguno.

Que irónica es esta pagina de este libro,
que texto tan deprimente llamado vida,
a veces me pregunto por que sigo vivo,
y estas líneas no me guían a la salida.

Cada partícula se torna opaca en mi alma,
que tensión tan desgarradora,
mis poros harán erupción en mi piel,
tiemblo como un ave sin alas bajo la aurora.

Cada golpe recibido vuelve con la misma presión,
una lucha llena de desgastes y vacíos.
Camino sobre un fuego frío y en nadie confío,
que permanente y profunda desilusión,
como un relámpago descollante,
como una inyección letal,
el mundo vuelve a ser real,
y real para mí significa delirante.

Las respuestas se mezclan como mosaicos de letras,
vocales y consonantes en desorden,
mis dias desfragmentados pierden el orden,
y el pigmento de mi corazón es triste como una tarde negra.

Necesito un calmante, una píldora,
un té caliente o un antidepresivo.
Necesito salir de este rincón,
que es como un imán que me domina con magnetismo.
Pero no consigo la luz al final del túnel,
ni la ventana en lo alto del muro,
ni la cumbre en el tope borrascoso.
Sigo solo entre todos, un ermitaño, solo, simplemente solo.

Melodías y composiciones para mis oídos,
me ayudan a escapar del tormentoso ruído.
Poemas como éste son esa mano que me sostiene,
justo cuando colapso desde las nubes.
Dichosos sean los ciegos y los sordos,
que no ven ni escuchan la barbarie,
tristeza narcotizante me consume (...)
Y en este rincón, como de costumbre, sigo solo, sin nadie.

Despierta

Una vez más
hablando del tema que siempre continúa,
hoy es otro de esos dias
en los cuales todo sale mal,
ya no es original
escribir sobre lo incierto,
sobre la angustia,
sobre la rabia que manifiesto.
Páginas escritas
con tipografía sin nombre,
querido libro olvidado
en la biblioteca del destino,
asi es mi diario,
cuaderno en el que todo lo escribo,
hojas que siempre rayo,
amiga a la que todo le cuento,
amante fiel y eterna
que siempre abre sus hojas
para que yo la penetre
con mi mas sublime pensamiento.
Mi visión inocente de la vida
se desdibuja al ver todo de nuevo,
esa misma vida es hoy un tren
en el cual soy un pasajero sin boleto.
Otra caída, otro fracaso,
otra derrota, nuevo paso en falso,
cuanto he querido abandonarte
y nunca permites que yo baje,
llego a la conclusión
de que quieres postrarme en éste viaje,
desde la ventana se ve la estación
y un cartel con un mensaje:
"Carlos despierta de ese sueño,
que se acerca la hora de que el tren manejes".