sábado, 6 de agosto de 2011

Querida Musa

Miro la puerta que no se abre,
ni siquiera el viento la golpea.
Te miro a ti, despistada en tu siesta,
respirando la locura acumulada de mi habitación.
He llegado a mi meta de tanto tiempo,
hacerte mia sin manipulación,
fotografiar tu elocuencia,
escribir versos invisibles en tu piel.
Cuantos pensamientos tuve
al tomar el vino en nuestra mesa,
cuantas emociones sentí
al notar que querías quedarte esta noche.
Pero aun estando presente,
sigues sin hacerme compañía,
haces el papel de una bella durmiente,
y no has dejado que mis sabanas te cubran.
Tu ropa interior yace en los alrededores,
yo reflexiono al contemplar las colinas
que se levantan en el sur de tu espalda
y cuya imagen quizás nunca olvide.
Se me ocurre pintarte en uno de mis lienzos,
se me ocurre despertarte,
se me ocurre unirme a ti con un beso,
pero no me atrevo a interrumpir la perfección.
Quienes te engañaron, perdieron algo,
quienes me traicionaron, ganaron algo,
ellos perdieron lo que yo gané hoy,
ellas ganaron, bueno, ganaron mi odio eterno.
Ya no tengo nada que contarte,
y tal vez, no me cuentes mas nada,
ya nuestras historias chocaron,
en la colisión de nuestros deseos.
Leerás mi diario y encontrarás
estrofas de mi oscura obra,
paginas con la dosis de mi lápiz,
relatos que cuentan lo que mi voz no reprodujo.
Querida musa, amada geisha,
amiga de la hora del té,
no tardes en abrir los ojos
para que me despiertes de este sueño.

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